domingo, 27 de abril de 2014

"es tiempo de crecer"

"Que triste", pensó la niña perdida al caer de la segunda estrella a la derecha, la noche se estrellaba en sus costillas y el impacto de la caída hizo que se le saliera el corazón de el pecho, a gatas, con la esperanza casi rota y a punto de llorar, escuchó una voz a lo lejos que le decía: "es tiempo de crecer", ella no entendía, no sabía que pasaba, hace un momento estaba riendo y volando por encima de los barcos piratas y al otro ya se encontraba descendiendo y viendo a la luna desde otra perspectiva, solo una cosa era segura, si crecer dolía tanto, no podía ser nada bueno. 

Pasaron días, meses y años, pero ella seguía tumbada en el piso, sin ganas de seguir, sin ganas de mirar atrás, solo se quedaba inmóvil observando fijamente el suelo, hasta que la voz volvió a aparecer :"es tiempo de crecer", harta de todo, se levantó, estaba decidida a  descubrir de dónde provenían esas palabras, sus rodillas estaban negras y raspadas, sus manos rojas y mugrientas, su carita empapada de agua salada y su corazón... es verdad, su corazón ya no estaba ahí, en vez de eso solo tenía un hueco negro en el pecho que le dolía  cada vez que ella intentaba dar afecto, estaba rota, y tuvo que adaptarse.

Caminó miles y miles  de kilómetros cojeando, no tenía ningún lugar a dónde ir y empezaba a olvidar de dónde venía, se estaba volviendo loca. Por el camino se topó con una que otra persona, algunas caminaban a su lado, pero a la mañana siguiente desaparecían, otras solo tomaban un pedacito roto de ella y se marchaban sin siquiera decir adiós, pero a cambio le dejaban un pedacito de ellos para reponer el que se habían robado, parecía que no importaba que hiciera, si era amable, si era cariñosa (a pesar de que le dolía el pecho cada vez que lo intentaba), si tenía que esperar para que se ganaran su confianza y pudiera dar lo mejor de ella, todo era en vano, todos en algún momento terminarían marchándose, y al final era como haber vivido una mentira, por que no importa lo que pudo haber vivido con cada persona de el sendero, aprendió a decir adiós.


Pasaron más días, más meses y más años, con el paso del tiempo fue recolectando pequeñas piedritas que depositaba en su pecho para formar una muralla,y así, evitar que algo más saliera... o entrara. 
Entonces pasó, a lo lejos, se enamoró de una silueta, era un simple poeta sentado a la orilla del río, escribiendo, con la voz más dulce del mundo traspasó fácilmente la barrera que la niña perdida había creado, lo cuál fue muy irónico porque recientemente la había construido, ahí fue cuando aprendió que de nada servía poner obstáculos, las personas que de verdad te dejan marcado, las que estás destinado a conocer, entran sin ningún esfuerzo y sin ser conscientes de ello, de pronto, vio entre las costillas de aquel poeta una masa roja y palpitante, "¡mi corazón!", exclamó, pero el poeta se limitó a escribir e ignorarlo todo. Agotada, con más dolor que antes, la niña perdida volvió a caer, cerró sus ojos y no quiso volver a moverse "nunca jamás", el poeta se paró y la miró hacia abajo, entonces le dijo: ¿tu corazón?, por favor... es tiempo de crecer.


FIN

domingo, 6 de abril de 2014

El arte de decir adiós

El arte de decir adiós fue creado por los guerreros más valientes, cuyos corazones se fueron añejando como vino con el paso de los años.
Pues decirlo no es fácil, cumplirlo mucho menos.
Duele pronunciarlo, sienten, están vivos, pero la palabra es veneno.
Vivos; pero inertes. Cada vez sentían menos.

Carcomidos por la decidia, más muertos  que  ayer, pero menos que mañana, recuerdan que alguna vez amaron como locos sin condiciones, se despojaron de una parte de ellos y se la regalaron a su futuro peor enemigo.

Del amor al odio, y no existe el "viceversa".


Róbales un beso y de un beso te arrebatarán el alma, creando a más  como ellos, clones llenos de desdicha, saltando de pantano en pantano de la memoria de algún corazón roto;
se cuelan por la herida y se escapan, dejan las lágrimas de sus víctimas como rastro.

Fueron lastimados y ya no les importa lastimar.

El arte de decir adiós fue creado por los guerreros más débiles, tienen miedo de volver a amar.





sábado, 5 de abril de 2014

Tuve una pesadilla



De tras de la niebla...
unos ojos hasta el tope de miel me observaban.
El muro de mi corazón se quebró y me volví vulnerable,
sentí caerme en medio de toda esa oscuridad, 
y la silueta del poeta estaba congelada, neutra ante la situación. Solo me dijo: "descansemos" y desapareció, así de la nada, como el gato de Alicia, "te quiero",escuché levemente segundos después, y con mis rodillas raspadas y las mejillas encharcadas respondí ingenuamente con un: "yo también", y así, a causa de que mi órgano vital ya no tenía protección...
sentí el primer golpe.

Sola y herida, pero al menos alguien decía "quererme".